The Old Plantation

Contextualización de la obra
La pintura "The Old Plantation" es una pequeña obra en acuarelas propiedad de la Colonial Williamsburg Foundation (CWF). El artista no le dio ningún nombre (aunque se le llama comúnmente The Old Plantation), pero igualmente permite reconstruiren parte la perspectiva de las primeras nociones de comunidades afrodescendientes en América. Aunque no posee una fecha exacta, sí se extrae que se trata de una plantación en la que sus esclavos bailan y tocan instrumentos musicales en un marco rural, probablemente a finales del siglo XVIII.
Su elección viene determinada por el intento de, por un lado, aunar distintos tipos de fuentes que permitan crear una visión compartida de cómo la música forja las identidades afrocaribeñas (siempre atendiendo a contextos previos como el comercio de esclavos durante inicios del periodo moderno). Así, si ya iniciábamos este sendero con Olaudah Equiano como testimonio textual, resultaba idóneo mostrar otra cara con una fuente iconográfica como es la acuarela que nos ocupa. Asimismo, la otra razón que motiva su elección es el poder reconstruir un sendero en que, poniendo a la música en el punto central, podamos establecer un inicio (África, representada por Olaudah Equiano), una parada intermedia (América, representada por el grabado que nos ocupa, The Old Plantation) y un destino (representado por la unión de ambos puntos, visible con los trabajos referentes a las fuentes secundarias).
La esclavitud de Carolina del Sur en el siglo XVIII
Carolina del Sur durante el siglo XVIII sufrió un aumento sustancial en su población esclava, sobre todo cimentado en la expansión de las áreas cultivadas desde el litoral hacia el interior de la región, lo cual causó un incremento en los colonos, y con ello, en los esclavos. Su economía dependía sobre todo de la agricultura de plantación, principalmente del arroz e índigo (añil). Este último, según Andrea Feeser en Red, White and Black make Blue: Indigo in the Fabric of Colonial South Caroline Life vinculaba comunidades locales con otras transatlánticas (tanto libres como esclavas), y por tanto, su cultivo no solo definía los lazos intragrupales, sino también intergrupales con conexiones comerciales internacionales.
En cuanto a la demografía, la población esclava en Carolina del Sur según Slavery de Daniel C. Littlefield para South Carolina Encyclopedia se estima en las siguientes cifras. En 1720, de 17.000 habitantes aproximadamente, en torno a 12.000 eran negros. Para 1740, solo 15.000 de los 45.000 eran blancos. De hecho, un inmigrante suizo en 1737 resaltaba que más parecía Carolina del Sur un país de negros que uno poblado por blancos. Así, en 1765 los negros superaban en más de dos a uno a los blancos (en torno a 90.000 frente a unos 40.000), sobre todo importados a través del puerto de Charleston.
Uno de los eventos más significativos en este contexto es la Rebelión de Stono en 1739, convirtiéndose en el mayor levantamiento de esclavos en la Norteamérica británica. Este levantamiento tuvo como protagonistas a esclavos contra sus esclavizadores, y tras ella, la legislación tuvo un cambio radical en lo que a la vida y condiciones de los sujetos racializados se refiere. Con el South Carolina Negro Act, la ley prohibía a enseñar a leer y escribir a los esclavos, pues se temía su alfabetización y que pudiesen con ella falsificar pases o poder comunicarse entre sí para provocar nuevas rebeliones o fugas, generando por tanto un estado de ignorancia y dependencia para con los esclavos. También se recogen aspectos como la prohibición de movimiento entre grupos, de reuniones, o incluso de cultivar su propia comida. Por tanto, con dicha ley se codifica la supremacía blanca, sirviendo de modelo para otros estados como Georgia. Esto se mantendría hasta la Guerra de Secesión y la publicación de la 13 Enmienda. Asimismo, las consecuencias no se circunscribieron al ámbito legal, sino que además cambiaron los lazos de los propietarios respecto a los esclavos. Es decir, se comienza a preferir un sistema de esclavitud con un centro eminentemente racial sobre un sistema de servidumbre contratada.
La Rebelión de Stono (1739)
Análisis de "The Old Plantation"
Un análisis del papel de la obra sugiere la producción del mismo entre 1777 y 1794. A ello, la historiadora Susan Shames teoriza que podría haber sido pintada antes 1795, concretamente entre 1785-1790. El artista con el que la relaciona es John Rose, quien en los años 80 del siglo XVIII poseía una plantación propia en Beaufort (Carolina del Sur), asociada al río Coosaw que se muestra en la obra. Se calcula que en esas cronología, en torno a 107.000 esclavos vivían en Carolina del Sur, poseyendo la mitad de esas plantaciones aproximadamente 50 esclavos o más (de hecho, el propio John Rose tendría entre 49 y 51 a probablemente).
La figura central sostiene un largo bastón, probablemente tallado, y se encuentra junto a dos mujeres que están bailando con lo que parecen bufandas o pañuelos. Se muestran algunos instrumentos como lo que podría ser descrito como sonajeros de calabaza con una red tejida con objetos duros (conchas o huesos) que son, como se ven, improvisados, pues los materiales son cotidianos y el funcionamiento simple (al golpearse, la red se sacude generando un ruido de percusión de los objetos duros). Un hombre toca a la derecha un banjo de cuatro cuerdas, y que parece similar al descrito por Hans Sloane en sus relatos en Jamaica durante finales del siglo XVII. Así, un pequeño tambor es utilizado por otro hombre que lo sostiene en sus muslos y lo golpea con palos o huesos. Algunos expertos como Lorenzo Turner o Melville Herskovits han propuesto que estos instrumentos fuesen: un molo africano (el instrumento similar al banjo) y un gudugudu (el tambor, que sería de tradición yoruba).
Frente a ello, las mujeres llevan pañuelos y vestidos con corpiños ajustados y faldas amplias y largas. Los hombres también parecen llevar pañuelos para sus cabezas, o sombreros redondos como es el caso del banjista. Por ello, la vestimenta de ambos sexos se ajusta a los cánones de la clase trabajadora del siglo XVIII (no llevan una vestimenta que aluda a su condición racial). Se teoriza que la vestimenta que portan podría ser la de mejor calidad que poseen y no la cotidiana, o incluso que el artista reprodujo la realidad con cierta simpatía para no materializar la ropa desgasta y andrajosa. Como se ve, todos ellos van descalzos (algo común en las plantaciones de Carolina del Sur), y algunos poseen barba (algo también bastante común). Al fondo, junto al río (posiblemente el río Coosaw como se ha mencionado) se localizan varios edificios, incluyendo una mansión o casa solariega y sus dependencias (puede que establos o cabañas de esclavos de la plantación, con chimenea). Por las construcciones que se encuentran en los lados junto a los esclavos, se podría teorizar que la acción se desarrolla en un barrio de los propios esclavos.
Sin embargo, todo lo anteriormente dicho es plena conjetura. Los bailes que realizan los esclavos no se conocen si son habituales, seculares, con significados especiales, o realizados por la llegada del fin de semana. Los instrumentos musicales, al haber sido materializados, deben de haber sido observados con frecuencia por el autor para aparecer aquí. Sin embargo, sí parece claro establecer el origen de los mismos en el continente africano.
Conclusión
Como se ve, la música y la danza son un elemento fundamental en la Carolina del Sur del siglo XVIII, al actuar como espacios de resistencia y comunidad, así como vehículos de la memoria cultural y punto de conexión entre tradiciones africanas y americanas. Las vivencias de los esclavizados y su uso de la música y de la danza tienen gran relación con las plantaciones, y por ello, son un punto central en la acuarela que nos ha ocupado el anterior análisis. Por tanto, esta fuente es un exponente perfecto de inter-African syncretism en el marco del “Atlántico Negro”, en tanto que materializa la fusión de distintas prácticas culturales, en particular entre América y la propia África, al igual que produce intercambios culturales e históricos dando lugar a formas híbridas únicas, como veremos sobre todo en la siguiente sección. Aun así, a pesar de todo este valor, se ve cierta romantización de la vida esclava: no es un documento etnográfico per se, pues aunque representa la cultura a través de instrumentos musicales o danza, la vestimenta no ilustra una verdad real (véanse las ropas, que deberían estar en peor estado tras la jornada de trabajo en la plantación. Por ello, aunque el autor es neutral, se ve cómo este sería probablemente cómplice de la esclavitud, o al menos, testigo de la misma.