PRESENCIA AFRODESCENDIENTE
En este recorrido por la exposición "Presencia afrodescendiente en América" recogida en el Museo de América vamos a indagar en la realidad de un grupo comúnmente apartado: lo afrodescendientes. Es decir, aquellas personas que descienden de los esclavos llevados a América y que comienzan a crecer formando una identidad cultural propia. América, y especialmente el Caribe, no se puede concebir a día de hoy si no es contando con las aportaciones africanas en términos como la cultura, el arte, la gastronomía o las prácticas de culto y religiosas.









La pieza seleccionada para el análisis es la Penca de Balangandan situada en el muro 4.38 de la exposición.
Se trata de un cinturón-amuleto femenino asociado a la religiosidad popular de los esclavos africanos llevados a Brasil, principalmente al estado de la Bahía.
En primer lugar, las Balangandan son piezas únicas, ya que cada una está formada por un conjunto de amuletos elegidos por la dueña de la pieza, en base a su gusto personal, sus vivencias y creencias, para atraer la buena suerte. Por ejemplo, de la pieza de análisis cuelgan:
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Una mano cerrada con el dedo pulgar entre el índice y el corazón.
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Dos piñas.
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Dos granadas.
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Un racimo de uvas.
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Un coco.
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Un pez articulado.
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Una calabaza con roseta de plata en la base.
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Una pandereta y una jarra.
Este tipo de adornos eran usados por mujeres negras como cinturón sobre los trajes festivos. Además, debido a los materiales, en algunas ocasiones se utilizaban como moneda de cambio.
El Balangandan es el ejemplo perfecto de la unión de la cultura afroamericana, siendo utilizado por mujeres afrodescendientes desde el siglo XVII, incluye adornos que podían ser interpretados tanto desde la óptica religiosa cristiana como africana. Generalmente los abalorios que adornaban estas piezas seguían tres temáticas: elementos cristianos, atraer la buena suerte, fortuna o salud, y otros de gratitud por haber sobrevivido algún tipo de adversidad. De esta forma, estos amuletos actúan como una representación de las experiencias vitales de las mujeres esclavas. Un abalorio recurrente era la calabaza, que en la sociedad africana se utilizaba como una referencia a la fertilidad, asociado a la imagen del útero. Desde 1980 se ha retomado el uso de estos complementos entre las mujeres afrodescendientes, incluyendo nuevos materiales y abalorios adaptados a la estética actual.
Con la imagen general que tenemos sobre las características de este tipo de accesorios, podemos llegar a ciertas conclusiones. En primer lugar, tenemos que hablar sobre la mercantilización de la cultura, y es que, el hecho de que la producción de Balangandan se haya retomado en estas zonas del Atlántico está asociada con la necesidad de suplir los deseos del turista que quiere comprar elementos "étnicos" de los países que visitan, bajo esa visión de la población afroamericana como algo exótico. Como introducen Theodor Adorno y Max Horkheimer, es fruto del avance del capitalismo sobre los bienes simbólicos a partir de la idea de "industria cultural".
Respecto a la influencia de la Balangandan a nivel cultural, fuera del mercado, es un elemento recurrente en las manifestaciones culturales afroamericanas, como se aprecia en la literatura de Jorge Amado o en las obras de arte del Caribe. Debido a cierta decadencia vivida en Bahía (región de la que son típicas estas decoraciones), la Balangandan se va a empezar a tomar como un elemento de resistencia y pervivencia cultural.

Gracias al carácter personalizable de la prenda, las mujeres de esta zona de Brasil van a adaptar las decoraciones que la componen para expresar su dualidad cultural a través de los abalorios que incluyan, como una reivindicación de su identidad particular, tanto africanas como americanas y, por tanto, de la pervivencia de un culto propio en el que se incluyen creencias diversas acordes a sus orígenes, con amuletos y talismanes que muestren la convergencia que hay en las prácticas espirituales afrodescendientes. Por último, es importante destacar la cuestión de género que acompaña a este complemento, ya que eran utilizados por mujeres afrodescendientes que solían estar asociadas a actividades comerciales. Por lo que, de alguna forma, los podríamos entender como una forma de expresar la autonomía económica y la importancia de la mujer afroamericana a nivel económico y socia, pero especialmente, en las labores de preservación de la cultura y costumbres de este grupo poblacional.

LA CRIMINALIZACIÓN DE LA RELIGIÓN
En la imagen de la derecha incluimos un resumen de nodos y aristas realizado con Recogito y Gephi sobre la sentencia de Lucía Biáfora y Ana María Carabalí. Y es que, en relación a lo que se ha expuesto anteriormente, sobre el uso de la religión y los Balangandan como elementos de reivindicación cultural de la población afroamericana, tenemos que tener en cuenta que la necesidad de reivindicar viene de una criminalización y opresión previa impuesta sobre las personas africanas que llegaron a América. En este caso, vemos una sentencia a dos esclavas de procedencia africana que fueron acusadas de participar en "juntas de brujas" en las que, bajo la perspectiva cristiana predominante, se incluye la imagen de sus características culturales como una asociación con la alteridad y de lo salvaje. Esto se aprecia cuando, al describir las reuniones de estas mujeres se habla de "bailes bárbaros", directamente impuestos bajo prácticas de brujería
y acusando a cualquier persona que pudiese ser vista en estos contextos, de hecho, en la sentencia es también acusada Ana de Ávila, que era la mujer a la que servía Lucía Biáfora. En definitiva, vemos que se va a aplicar incluso castigos físicos, como el tormento, sobre mujeres que, probablemente, sólo estaban perpetuando prácticas culturales de sus espacios de origen y que no eran comprendidas por la óptica cristiana y europea de los poderes judiciales. Además, es importante destacar la posición de desventaja en la que estas mujeres tuvieron que defenderse, ya que muchas de ellas ni siquiera conocían correctamente el idioma, como se ve en la presencia de la figura de Pedro Claver, clérigo, que actúa como traductor, que como sabemos, es un elemento fundamental en los procesos de conquista para conseguir que las distintas sociedades que interactúan puedan entenderse entre sí, a pesar de que tiene sus limitaciones.